jueves, octubre 14, 2010

Una propuesta factible.


Desde 2006 faunativa ha propuesto una campaña para promover el establecimiento de cortinas rompeviento en la zona agrícola del Noreste de Tamaulipas. Este año propusimos el proyecto al INDESOL por cuarta vez desde 2006. Todavía en una reunión de la SEMARNAT a la que fuimos invitados lo comenté con un funcionario de esa dependencia, displicente me dijo que no se apoyan proyectos publicitarios o de promoción , que teníamos que presentar un proyecto que involucrara acciones más concretas. No lo habíamos hecho porque faunativa no quería involucrarse en la operación del proyecto, en el establecimiento y mantenimiento de las cortinas, no por falta de capacidad sino por evitar suspicacias, haciendo a un lado protagonismos. Si no quieren apoyar con 250 000 pesos para una campaña imaginemos lo que dirán cuando el desarrollo del proyecto a diez años represente treinta millones de pesos aproximadamente. Pero veamos. El Cambio Climático puede compararse al VIH y causa de mortalidad aún mayor y sus efectos serán crecientes. En las campañas para la prevención del VIH, que han surtido efecto, se gastaron cantidades muy respetables.
Si bien nuestro proyecto no es significativo frente al tamaño del problema, si representa una opción factible, de impactos y resultados mensurables.
Este es su resumen ejecutivo:

CONCIENTIZACIÓN Y ORGANIZACIÓN DE AGRICULTORES DEL BAJO RIO BRAVO PARA EL ESTABLECIMIENTO DE CORTINAS ROMPEVIENTOS.

La zona agrícola de riego del bajo Río Bravo muestra deterioro físico, degradación ambiental y una disminución de la disponibilidad de agua en ambos lados de la frontera. Si bien la infraestructura de distribución es más eficiente en el lado norteamericano, ambos países carecen de una política de conservación de la humedad y de protección del suelo en la zona del Bajo Río Bravo-Rio Grande. En los últimos años ha habido una percepción de visos de conflicto por la disponibilidad de aguas destinadas a la agricultura, conflicto que han resuelto con acuerdos. Sin embargo, en los productores de los dos países subyace una percepción de crisis.
Del lado mexicano 200 000 hectáreas componen el distrito de riego # 25, que forma parte de aproximadamente 500 000 hectáreas de uso agrícola perteneciente a la Provincia fisiográfica Planicie Costera del Golfo Norte que compartimos con Los Estados Unidos de Norteamérica y de la que forma parte la cuenca del Río Bravo-Rio Grande.

En el área mexicana estas 500 000 hectáreas presentan un deterioro que ha afectado los niveles de productividad agrícola. Este deterioro ha sido causado más que por técnicas erróneas como el monocultivo, por la ausencia de barreras físicas que mitiguen los efectos de la intensidad de los vientos dominantes en verano e invierno. Así, además de la erosión eólica que afecta el manto cultivable del área, los vientos transportan desde el sur gran cantidad de arena que son depositadas en las áreas de cultivo. A estos efectos debemos sumar la acción desecante de los vientos que alcanzan hasta 30-40km con temperaturas que oscilan entre 25 y 35° y que por evaporación y evapotranspiración causan gran pérdida de la humedad, más por la segunda que por la primera, puesto que seis meses al año las áreas están cubiertas por vegetación. Se ha demostrado que la pérdida es mayor que en suelos desnudos. También sabemos que el efecto desecante de los vientos es mayor que el de la luz solar directa. Otro efecto que producen los vientos intensos es estrés vegetal, causa de una pobre asimilación de los nutrientes por los cultivos.

Con el establecimiento adecuado de cortinas rompevientos podemos detener la erosión eólica, evitar la suspensión de partículas en la atmósfera y su depósito en tierras cultivables; ahorrar agua y usarla eficientemente; aumentar la capacidad de los cultivos de asimilar los nutrientes y elevar la productividad; crear corredores para la fauna remanente y agregar valor a las propiedades agrícolas al mejorar la ecología del paisaje.

Sin embargo, los productores agrícolas ven a los árboles como competidores de los cultivos por el agua y los nutrientes, en parte con razón, pero los beneficios del establecimiento adecuado de cortinas rompevientos puede aumentar la productividad hasta un 35% y disminuir la pérdida de humedad hasta en un 40%. Esto se podría traducir en un acortamiento del ciclo temprano y la posibilidad de volver a sembrar en el ciclo tardío como hace treinta años cuando la mayor disponibilidad de agua lo permitía, lo que disminuiría los costos financieros y de oportunidad, además de facilitar la rotación de cultivos.
Estas ventajas deben darse a conocer a los agricultores al través de una campaña multimedia que los convenza de los beneficios ambientales y económicos de estas acciones de restauración y coordinar a las organizaciones de productores, para que con recursos públicos puedan establecerse las barreras, su cuidado inicial y mantenimiento. Además de los programas gubernamentales que con apoyos directos estimulan las acciones de reforestación y restauración, ya realizadas, sean beneficiarios de pagos por servicios ambientales que los resarzan de la superficie utilizada para las cortinas.