En 1977 viví tres años en la
Sierra de Tamaulipas, en un predio de su vertiente nororiental, del municipio
de Soto la Marina. Desde entonces, primero por afinidad y después por
conciencia, he pugnado por que se valore su importancia como región prioritaria
para la conservación. En el 2009 regresé y desde entonces he pasado gran parte
de estos años en una comunidad campesina que quizá sea una de los más antiguos
asentamientos en Tamaulipas. Desde allí hemos trabajado, a través de una
organización no gubernamental en proyectos comunitarios de desarrollo
sustentable, hemos enfrentado obstáculos y oposición del gobierno local, que ve
cualquier trabajo en pos de las comunidades de quienes no pertenecen al círculo
oficial como acciones en contra de sus intereses partidistas y particulares. O
dentro de las comunidades, de los grupos que representan a estos gobiernos
locales. O todavía más grave, de otras organizaciones no gubernamentales que
ven en su actividad una fuente de ingresos y de negociación política para su
beneficio.
Hemos constatado el abandono y la
indiferencia de los tres niveles de gobierno de su riqueza, tanto natural como
cultural. Pero es objeto de ambición de mineras y existen planes para abrir
minas a cielo abierto en áreas muy importantes como corredores biológicos. El
sitio arqueológico El Pueblito desapareció arrasado por los buldozer de un
propietario inculto y ambicioso. Los vestigios históricos van esfumándose de la
mano de la ignorancia y la estulticia. La biodiversidad es amenazada por
carboneros, taladores clandestinos y ganaderos sin conciencia, algunos
escudados en ONG’s a modo. Es una lástima que nuestra sierra solo sea objeto de
interés y estudio de extranjeros, como A. Starker Leopold o Richard Mc Neish.
Hemos, en colaboración con el
representante de la CONANP, visitado comunidades, luchado a favor de ellas,
ejecutado proyectos y a veces ver frustrados como los intereses políticos son
más fuertes que el interés y el bien común.
Hemos avistado un águila arpía,
conocemos testimonios de la existencia de oso negro y de monos, tres especies
que no están entre la fauna conocida de la Sierra. Hay todavía tanta superficie
por explorar en ella. Lugares que solo conocemos por oídas como sótanos
inexplorados y no registrados. Sitios, más de trescientos según Mc Neish en
1947, cuando descubrió en una cueva del Cañón del Diablo vestigios de la
domesticación del maíz datados en más de 8000 años. Es prioritario iniciar un
programa de exploración integral, multidisciplinaria, para conocer cabalmente
lo que intuimos es la región megadiversa más rica en el hemisferio
norteamericano.
La Sierra de Tamaulipas es un
reservorio genético que debemos conservar a toda costa como debemos conservar
también sus vestigios culturales, antes que la ambición y la ignorancia arrasen
con ella, como han arrasado lentamente con nuestra conciencia nacional. Por ello
es muy importante que la Sierra de Tamaulipas sea declarada Reserva de la
Biósfera. El futuro nos está dando la razón.
Héctor Manuel Bonilla
No hay comentarios.:
Publicar un comentario