jueves, julio 15, 2010

Ejido El Chijol






Nuestro proyecto de talleres de uso de maderas nativas en la Sierra de Tamaulipas, con el apoyo del Instituto Nacional de Desarrollo Social INDESOL inició el 29 de julio del 2009. Nos trasladamos al ejido El Chijol, en el municipio de Llera de Canales, Tamaulipas. De Ciudad Victoria, la capital del Estado, toma uno la carretera que va a Soto la Marina y en el entronque con la carretera a Tampico, tomamos rumbo al sur hasta pasar Estación Zaragoza. De allí aproximadamente veinte kilómetros adelante entramos a una brecha al lado norte de la carretera. Es la entrada al suroeste de la Sierra de Tamaulipas. Pasa uno pequeñas comunidades ejidales como Santa Rosa, La Morita, El Cabrito, Progreso y llegamos a El Chijol. Conforme avanzamos el camino se va angostando, haciéndose difícil y el clima, mas agradable. No medimos la temperatura pero de 35 grados por lo menos al subir baja a 28. El Chijol esta situado en los 871m de altitud. Su vegetación es de clima templado. El camino va de matorral a selva baja, una zona de transición de selva y encino, encinal y finalmente bosque pino-encino. En estos parajes A. S. Leopold acampó en 1947 en su recorrido por nuestro país colectando especímenes para su estudio, que se concretó en su Fauna Silvestre de México.
Al llegar nos informaron que los varones de la comunidad estaban fuera por asuntos judiciales, la comunidad se ha visto involucrada en un conflicto agrario con la hacienda Acuña. El propietario les invadió y ellos destruyeron los linderos que estableció arbitrariamente. Parece mentira que en el siglo veintiuno aun se den conflictos de esta clase, de los que dieron lugar a una revolución que se inició hace casi cien años y que será ¿conmemorada? el próximo año. Es ¡absurdamente paradójico! Como sea, nos sentimos un poco decepcionados, buscamos un lugar en donde esperar su llegada que se daría unas cinco horas más tarde. Aprovechamos el tiempo para deambular por los alrededores. Lo primero que sentimos fue el contraste de temperatura, aunque el sol brillara con la misma intensidad, en la sombra el fresco !del mediodía! es notorio. El viento corre, vuela por entre los cerros y da una sensación de bienestar. El verdor es más acentuado y el olor a encinas y acaso a pino. Si, es diferente al plan, a las tierras bajas que se cuecen en la canícula inclemente.
Los pobladores son apacibles, sencillos, generosos pero firmes en la defensa de su patrimonio. Fueron 25 días de aprendizaje para mí, creo que más que lo que compartí con ellos. Están orgullosos de su ejido, de que está conservado y quieren mejorarlo.
Los primeros cinco días me acompañó mi hijo pero tuvo que regresar al DF por cuestiones escolares. Gracias también a este viaje tuve oportunidad de convivir con él y de reforzar nuestros lazos.
Trabajamos los veinticuatro días, en sesiones de cuatro horas diarias. Repasamos viejas técnicas de carpintería, con herramientas manuales como hachas, azuelas, escochebres, cepillos, berbiquíes, etc. Construimos bancos, sillas, mazas, un torno de cordel, un caballo de talla, de los que iré subiendo fotos. Como sea soy afortunado, es un privilegio compartir con los pobladores de El Chijol sus problemas y sus logros, su confianza, pero sobre todo su amistad y un interés genuino por la conservación de su entorno y sus recursos.


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